Melusina
o la búsqueda del amor extraviado // Carmen Bruna
Primeros poemas del libro -
Humilde homenaje de Antología en la Revista a una gran poetisa argentina, desaparecida físicamente de esta tierra, el 16 de enero de 2014
ROMAN DE MÉLUSINE
Melusina atrapada en la seda que hila la araña oscura
de mi corazón
hada de cristal
con tus tres muñecas de porcelana antigua en el regazo,
libélula feroz y serpiente cobra verde.
Melusina en Lusignan
las aves extrañas,
las bestias feroces,
los peces alados
y los que viven en lo más profundo de los mares,
los demonios y los arcángeles,
los árboles de mayo.
Melusina
princesa de los siete cántaros llenos de polvo de oro
y bayas de rubí
voz de las mandrágoras,
princesa coronada de rosas rojas,
hechicera Morgana con su espejo negro
donde gotea lento el mercurio.
Luz de la vía láctea
sol rojo sangre
en tu cabellera desatada al viento.
Melusina
hermana recobrada
ven,
dame la mano
vamos a construir el sueño de los castillos.
LULÚ
Homenaje a Frank Wedekind,
a Alban Berg, a Pabst
y al rostro inolvidable de Louise Brooks.
Yo soy Lulú, la que abrirá la caja de Pandora,
la que jamás volverá a tener dueño,
la que domina.
La señora de las rojas rosas de la sangre y del sexo.
La procaz, la insolente.
La mujer que reparte
las bondades y las maldades del Universo
yo soy Lulú, la seductora
la que desea y no engendra,
la emperatriz del cabaret "Los once verdugos".
La que ofrece a los hombres la llamarada del goce
diferente para cada uno,
la que "Jack el Destripador" asesinará.
Thriller operístico
donde un domador de circo
intentará en vano derrotar a la serpiente.
Yo soy Lulú, el animal seductor y alevoso
yo soy la fuerza primitiva
el lamento infinito.
EL DOBLE
Yo soy la persona y soy la imagen
soy mi doble en los espejos
mi doble silencioso.
Los espejos son antiguos, los corroe el moho
con manantiales de sombra verde en la penumbra.
Estoy aquí en mi lecho, yo, la persona y la máscara.
Estoy en una calle de los suburbios
atisbando a mi amado
que vive allí con otra mujer
a la que cubre de jazmines.
Veo la casa antigua, una casa de Brujas,
con su jardín, sus enebros, sus enredaderas de rosas silvestres,
sus madreselvas
y esa carga de polen dorado que me pertenece.
Veo a mi amante en la "Fuente que sacia la sed".
Pero mi amante vive hoy con mi enemiga
en esa vieja casa de Brujas
que está detrás de los espejos.
Yo sigo prisionera en el azogue,
yo deambulo por las calles con mi antifaz de reina mandosiana.
Llevo una cesta con frutos de amapola
hierbas del diablo, hongos alucinógenos
y frascos de aguardiente de cerezas.
Sé que maté a una mujer.
Esa mujer se parecía a mí.
Cada día que pasa se parece más a mí.
Sé que maté a la odiada criatura
por celos y por resentimiento.
Pero ella se apoderó de mi cuerpo y de mi cara
y, hoy, nos parecemos tanto
que, en los espejos, somos una sola persona.
Nos hemos quitado las máscaras
nos hemos abrazado con pasión y con odio,
clavándonos las uñas como gatas en celo.
Nos hemos vestido de negro.
Nos hemos poseído con furor y ternura.
Nos hemos asperjado con violetas fragantes.
Cuando te descuidaste te apuñalé con saña
y todas tus heridas
también fueron heridas para mi cuerpo.
Te clavé muchas veces mi cuchillo morisco.
Hoy agonizamos, mezcladas nuestras sangres,
en un solo charco rojizo,
mezcladas nuestras lágrimas de sal con las actinias del océano.
Porque así fue como nos buscamos
para llorar junto al espejo doble
que empaña el verdín húmedo
para librarnos del amante común.
Y así vamos a morir
en el claro de un bosque a medianoche
que nadie encontrará jamás.
Algún día se hablará de nuestros esqueletos abrazados
se tejerán leyendas
se verán luces en los acantilados.
Pero nadie conocerá el fuego abrasador
que consumió, en un incendio feroz
nuestras dos almas
gemelas y enemigas.
EL SUEÑO DE LOS DESIERTOS
En un sueño se dibujó la imagen de la estrella de la mañana
era sólo un sueño repetido día tras día
y después llegó la araña feroz entre estalactitas de cristal
con la víctima atrapada en su saliva
araña dios de Alejandra Pizarnik
araña dios de Bergman detrás de un vidrio oscuro
dicen que la bella Marlene desfloró todas sus rosas bíblicas
en el jardín de Alá
¡ay! bienamado, el licor embriaga,
la magia de las hechiceras me corona de jazmines
y la luna del espejo refleja la imagen de mi viejo estío;
y en la vaporosa nube del plenilunio
está la que fui
la que acabó abatida por el granizo
está la permanente soberana
la única a la cual nadie desplazará
está la desposada cubierta de diamantes ayer, hoy y para
siempre
también dicen las viejas crónicas de los sueños
que las sombras cubrían las antiguas calles con coágulos de cal
que las estrellas se habían ahogado en el cemento
que ella
la muñeca antigua vestida de blanco
se había ahogado en la alberca
fijos sus ojos de cristal verde
momificadas sus azucenas como azúcar
en el tibio escote del vestido de novia
donde llovían
aguacero de flores
empapándolo todo,
los azahares del viejo limonero
el emperador de las "poupées" de mirada de vidrio
con destellos dorados
vidrio de pasadas primaveras;
ávidas de amor,
ávidas del licor que beben los dioses
cubiertas de lágrimas
tan solas
de soledad total
como todas las muñecas
con las que juegan los niños
y a las que olvidan
en un viejo rincón
cuando se mudan o cuando crecen
es entonces cuando se oye el canto de las caravanas
en el desierto
el canto doloroso de las muñecas olvidadas
y de las mujeres abandonadas
el canto de pasión de las caravanas solitarias
de las caravanas de los que todo lo abandonan
y se encomiendan a la hermética señora de los puñales
¡que el hambre no sea la causa de tu muerte!
acógete al trigo y al maíz
¡no temas a las perlas de la primavera!
abraza como a tu hijo pródigo
el pan dorado que te ofrenda el sol
el pan sabroso
el pan cuerpo vivo de todos los dioses
el que hace callar al trueno
el amasado por la reina Cri, la embajadora de los nenúfares
la que navega dolorosamente por el mar muerto
la que renace en la ronda ebria de los jóvenes
la que reina en la comarca de los embrujos
la de la risa del loto
la perfumada flor del narciso
la enamorada del poeta Câlidâsa y de Paul Bowles
la sonámbula
la que con su aliento de sándalo
enciende los juegos del amor.
Antología en La Revista
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