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EL DISCO DE LA ABUELA de Juan Carlos Villalba

1)  ¿Qué dice la canción Abu..? - preguntaba yo  No se…mi amor…no se - contestaba emocionada.  ¿Y entonces porque lloras?  Tampoco lo se – decía – y se quedaba mirando a lo lejos, mientras me acariciaba entre melancólica y feliz.  Esta escena se repetía casi todos los domingos en casa de la abuela cada vez que ponía a sonar su disco preferido. Aquella música y esa voz maravillosa que cantaba en un idioma por entonces extraño para mí, me sugería  imágenes surrealistas, una especie de   pájaro inexplicable que cambiaba de formas y colores, según el momento y el tono de la melodía. Pero…              Porque lloraba la abuela..? Porque muchas veces terminamos abrazados y lagrimeando..? Que poder tenia aquella música para conmovernos de esa manera..? Durante muchos años me lo pregunte. 3)   Con el tiempo, convertido en adulto y amante de la música clásica, supe que aquel idioma era el francés, que aquella mujer de voz insuperable era María Callas, que el aria que

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Marcela Predieri: seis poemas

Seis poemas seleccionados por su autora para Revista Isla Negra, quien gentilmente nos los ha enviado para su publicación


Faltan Los Barcos


Es necesario invadir sus secretos

las horas de agua que se trepan

fértiles de anclas y arena hasta el nido de la noche

las bocas de esos hombres que ofrecen la pleamar

y se abrazan a los puertos



Sin rastros

se pierden los nombres de las mujeres del bar

como las estelas tras la rompiente irremediable

y sus bocas de rouge

arrancadas con el revés de las manos

o la memoria



Porque ellas saben guardar entre billetes su saliva

bautizan con champagne la pieza que debe de mañana

mantener las ventanas abiertas

mientras se dejan inspeccionar por el sol

y cuadrillas de viento descarnan de los techos

el jadeo de los clientes



No hay en ellas rencor ni caricias

Tras haber deshabitado la noche

beben café despacio

cepillan sus dientes y los cabellos enmarañados

porque la pena no es pena mientras entre sus muslos

esté caliente aun el recuerdo de la paga



Tal vez alguna novata llore

Aprenderá

-dice la mujer con arrugas en las sienes-

el segundo o el cuarto ya no importan

y la besará en la boca

como una madre



Al costado de la cortina

la rubia joven se depila una pierna

se arranca uno a uno los marineros de esa tarde

y es tan bello verla apareada al sol

con sus ojos de sueño de mediodía

aunque cargue olor a vino

un mal recuerdo que dormirá hasta que el sol

caiga exhausto detrás del horizonte

Entonces arqueará las cejas y recortará sus labios

será otra vez yegua ensillada

un portaligas rojo o un corsette para su alma

quizá dulzura de mentira y de duraznos

como de duraznos los ojos

y el latir de su cuello ebrio de sábanas



En ella me encuentro

hoy a solas

para beber su soledad



Está calzando anillos en los dedos de los pies

Yo me visto de luto

Acaso por el miedo

(de “Ébano”)
*
Repensado



Ahí está Eva

hueca del aliento

de la deidad



Ante su muerta nonata

el hombre acaricia

harto

sus ojos

zarcillos de la desnudez



Viendo tender a su Hijo los brazos

en cruz llora el Fiel

su omnisapiencia



Lo cercano ha pasado en el futuro



Sin pudor de tempestades

la parra hincha sus pulmones

y Eva se levanta



Un río de manzanas

desterradas para siempre

bautiza de semen

la sangre de sus muslos

(de “La Pancarta”)





*



Soy gemelo a mí mismo en otra muerte

Puedo ser un salto al infinito vacío de tus ojos

o un pájaro lleno de silencios

Estoy desfigurado de mi ser

Hoy el cuervo acelera los retornos

y sólo la noche

hembra madre del destierro

puede devolverme al seno del cansancio



Yo que fui espejo en los ojos de aquellas madres

que recibían a sus muertos

vi bajar de los trenes

en guirnaldas

aquellos cuerpos enhebrados

Ya no asustaba a las vecinas

que en los ataúdes sembraran crisantemos

Era setiembre en casa de mi padre

cuando las mujeres cargaron sus semillas



Recuerda

He enterrado

esa desesperación incesante de volver sin mí

Mírame

Yo sabía del aroma a azahar en los naranjos

y he visto el rostro de Dios llorando sangre

Dame Señor un poco de tus náuseas

un poco de tu llanto

o tu vergüenza

Estoy en cópula con las llaves del infierno

hay una bestia en mí

insaciable de coágulos y exilios

Pero el tiempo cauteriza el hedor de la carne

No sé si pueda recordar



Ante un sol verdugo

afiebrado de sentencias

la guerra zurce prolija nuestras llagas





(Fragmento adaptado de “Invierta un Hijo”)
*
La Viuda Negra



Mis amantes saben que para escribir

me hace falta su ausencia

Por eso se conjuran en aquelarre

solícitos me dejan sola

por piedad

y desde el rincón de las sombras

como un voyeur

me espían



Murmuran:

Marcela está creando

se muere



pero les gusta cómo escribo

y consienten

que acabe con la pena entre los muslos

sobre la cama revuelta



Ellos necesitan que escupa metáforas con olor a vino

desean mi lengua amoratada



Tal vez sea tiempo de invitar a la poesía a casa

reconocer mi necedad de araña

obstinada en bordar sólo suicidios sobre la tela

y clavarle los colmillos al recuerdo

después de la cópula



(de la Antología MAR DEL PLATA EN BOCA DE TODOS, Ed. Martín, 2011)





*

La noche de la caridad



Estoy fumando un cigarrillo

en el umbral de una casa que no es mía

mientras miro al helicóptero

que patrulla las calles a mil dólares la hora



Me pregunto si habrá visto

sin muletas

vagar a la ciudad bajo la mugre

o mis ganas de abrazar a un hombre

que no es éste

que acaba de morir de frío a mi costado



La calma aúlla

No bastan manos en rosario

para acunar locas y perros



Me descalzo el pucho y la cojera

Esta noche seré infiel



En mí

la jauría de todos los hombres

babeará revolución

(de la Antología SOBRE RIELES, Ed. Martín, 2009)

*
Desaparecido



Todavía sangra entre las baldosas

la mano del último gesto

esa historia cotidiana

de espanto y levadura

un olor quizás ajeno

a la nariz de la tarde



Mientras hombres en fardo

abotonan insignias en fiesta de tenazas

el sol recuesta su cansancio

cara al pueblo



(hay algo absurdo

en los nudillos apretados de los débiles)



Hermano intacto:

tu nombre aún late

bajo el cobijo de la ausencia

(de “Los Andamiajes del Miedo”)



*****

Ciudades de Mar del Plata y Buenos Aires, distantes entre sí unos 400 kilómetros, Marcela Predieri y R. R., febrero 2014.
Antología en La Revista

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