Piedad para la planta artificial
Malgasto sentimiento
en algo que vegeta en un rincón.
Naturaleza muerta.
Olvidada bajo polvos.
¿Es este poco más que muerto amor
lo que produje, mi triste floración?
Engañosa. Insensible.
Los adjetivos no la matan,
no la reviven.
Verdor inerte que no perecerá.
(Inédito de “Tránsito”)
Patio
El limonero de casa es infeliz.
¿Hay otro modo de decirlo?
Vive, pero no ha dado frutos
y en su tristeza amarillenta
me insinúa: deja ya de regarme...
¡Ah! ¡Si sólo pudiera irme, lejos!
Ahora, en esta fresca noche de primavera vieja,
yo escribo y él deja caer una hoja seca.
(Inédito de “Tránsito”)
Fin de semana en Solaris
No habrá más mundos que éste
que para ti convoco;
materia otra que la que aquí conjuro.
Atravieso espejismos,
me hundo en alucinaciones
que con tu rostro se disfrazan.
Incorpóreos engaños que simulan tu aroma.
Y contra mí conspiran odiosas estadísticas,
antagónicas leyes prohíben nuestro encuentro.
¿Cuántas vidas debería vivir
hasta que esta pompa de jabón
asuma nuestras formas?
Nada guardo de ti sino tu ausencia.
(Inédito de “Nombre impropio”)
Mickey is back
En el retorno del aprendiz de brujo
suena fantástica la sinfonía
de la indemnización o del poder,
de la palabra ausente en el conjuro.
Nada lo detendrá: la desafiante engañifa reina
y un atareado ejército de escobas
hace agua.
Los viejos magos nos ahogamos
en este mismo río.
La marea se lleva los círculos de tiza
desde los que invocábamos
a los grandes demonios de la tierra y sus amantes,
la danzarina gota que endulzaba las uvas,
la arena seca, el fuego.
Ya nadie espera nada de nosotros,
displicentes abismos nos lavan el color de los ojos
y un burbujeo muerto son todas nuestras frases.
Triste verdín nos corona y corroe.
En la cresta de venideras olas,
en lo alto de su trono usurpado,
él
tararea,
feliz.
(Inédito de “Nombre impropio”)
Fin de contrato
Sé que mi vida se repliega ahora
a una trinchera móvil
cavada en húmedas cajas de cartón,
a estallidos súbitos y ansiosos
de cintas de embalar voraces.
Aquí fue donde bailamos
el rockanroll de las patatas fritas.
En esta cama casi muero.
Llorabas desconsolada en esa silla
y yo sólo atinaba
a besarte las manos.
En el final el eco rebotando
de pared a pared
y obstinados imanes
aferrándose a la heladera muerta.
Sumisos, obedientes,
nuestros fantasmas
cancelarán las deudas,
nos buscarán sonriendo en los espejos,
regresarán correspondencia
a desesperanzados remitentes.
El polvo de los años
se asentará cantando
sobre estos pasos últimos,
este murmullo incontinente...
Silencioso llanto de babosas
en el patio:
las despedidas las abruman,
pobres bichos.
(De “Amores muertos”)
Código postal
Uno no es un papel,
unas palabras,
cartas.
Uno no es un recuerdo,
tinta celeste,
fechas.
Uno no es un fantasma,
algo que se desliza
bajo puertas.
Que no me envíen a destinos imposibles,
nunca diré “querida amiga”,
“estas rápidas líneas”
o “ha empezado a llover”.
Uno no es un remitente falso,
escritura olvidada,
gotas de perfume.
Carne transfigurada y mártir
de matasellos asesinos,
víctima fácil de un abrecartas violador.
Uno no es algo que deba ser leído,
literatura itinerante,
yendo y viniendo hasta la muerte
entre nuestras mutuas soledades.
(De “Amores muertos”)
***
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Gerardo Lewin y R. R., en marzo de 2014.
Antología en La Revista
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