A los personajes, como a las personitas de carne y hueso, les gusta que el escritor los escuche, los entienda, se moleste en conocerlos a fondo, de manera que pueda saber en cada momento qué sentirían, cómo reaccionarían, qué responderían ante un determinado suceso…, y consiga representar todo esto en la obra de la manera más coherente posible.// Fuente:http://www.mundopalabras.es/
Los escritores somos una especie de demiurgos con poder para crear vida y hacer con ella lo que nos plazca. En las historias que construimos, somos auténticos mandamases, pero ¡cuidado!, no nos pasemos de listos ni de tiranos, ya que algunos personajes podrían revelarse contra nuestra soberbia y vengarse a través de una dolorosa traición.
A lo mejor estarás pensando que nos hemos debido volver locos de remate o algo parecido, ¿verdad?, pero, por favor, no saques esa conclusión hasta el final del artículo.
A los personajes, como a las personitas de carne y hueso, les gusta que el escritor los escuche, los entienda, se moleste en conocerlos a fondo, de manera que pueda saber en cada momento qué sentirían, cómo reaccionarían, qué responderían ante un determinado suceso…, y consiga representar todo esto en la obra de la manera más coherente posible.
Si no te tomas la molestia de hacer esto, si no inviertes el tiempo necesario en construir tu personaje de una manera completa, si no preparas una ficha o reservas un lugar para describirlo en todas sus dimensiones (desde sus caracteres físicos hasta su dimensión psicológica y emocional, su contexto social y su registro lingüístico), si…, en definitiva, te pasas de listo y tu personaje llega a advertir tu desinterés por su trayectoria, en cualquier momento te jugará una mala pasada que puede suceder de alguna de las siguientes maneras:
Responde en un diálogo con una expresión, un vocabulario o una forma de hablar que desentone por completo con el registro que ha venido utilizando previamente en la obra.
Actúa o reacciona de una manera que no corresponde para nada con el tipo de persona que has descrito hasta ese momento.
Facilita un dato erróneo, por ejemplo, adjudicándose la bonita edad de 37 años cuando previamente en la narración se ha mencionado 36; o hablando sobre su hermano Luis cuando con anterioridad se llamaba Alberto…
Lo sabemos, te parecen errores muy brutos, muy básicos, muy tontos, vamos; sin embargo, se cometen con más frecuencia de la que puedes imaginar. Y, sí, a través de ellos, tus personajes estarían traicionándote de una manera cruel que podría arruinar la coherencia y la credibilidad de tu historia, ¿de verdad estás dispuesto a dejar que esto pase?
Si quieres evitarlo, demuéstrales a tus personajes que te importan, que te interesa lo que son y han sido, que escuchas con plena atención las señales que te envían para continuar con la historia y las registras, que no vas a dejar al azar ningún dato relacionado con ellos. Prepara una ficha (en el formato que prefieras lo importante es que le dediques un espacio, que sepas adónde acudir cuando necesites hacer una consulta sobre ese personaje) donde concentrar toda la información que le corresponde a cada uno de ellos. De este modo, siempre que te surja alguna duda, siempre que necesites contrastar alguna información, no tendrás más que ir a la ficha de cada personaje y comprobar quién fue, es y podría ser de la más coherente de las maneras.
Esperamos que te haya gustado este artículo y, sobre todo, que te haya parecido útil e interesante. Y a ti, ¿te ha traicionado alguna vez algún personaje?, ¿has leído algún libro en el que un personaje se rebelara vengándose de la falta de meticulosidad de su autor? Gracias por contarnos tu experiencia abajo en los comentarios.
Berta Carmona
Directora de comunicación en mundopalabras.es
Para contactarnos:
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