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EL DISCO DE LA ABUELA de Juan Carlos Villalba

1)  ¿Qué dice la canción Abu..? - preguntaba yo  No se…mi amor…no se - contestaba emocionada.  ¿Y entonces porque lloras?  Tampoco lo se – decía – y se quedaba mirando a lo lejos, mientras me acariciaba entre melancólica y feliz.  Esta escena se repetía casi todos los domingos en casa de la abuela cada vez que ponía a sonar su disco preferido. Aquella música y esa voz maravillosa que cantaba en un idioma por entonces extraño para mí, me sugería  imágenes surrealistas, una especie de   pájaro inexplicable que cambiaba de formas y colores, según el momento y el tono de la melodía. Pero…              Porque lloraba la abuela..? Porque muchas veces terminamos abrazados y lagrimeando..? Que poder tenia aquella música para conmovernos de esa manera..? Durante muchos años me lo pregunte. 3)   Con el tiempo, convertido en adulto y amante de la música clásica, supe que aquel idioma era el francés, que aquella mujer de voz insuperable era María Callas, que el aria que

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JUAN BOSCÁN: Biografía breve y poemas


JUAN BOSCÁN (1493 – 1542) - Nació Boscán en Barcelona en 1493 y murió, también en Barcelona, en 1542. Provino de familia noble. Sirvió en la corte del Emperador Carlos V y también al duque de Alba. Casó con dona Ana Girón Rebolledo, dama muy culta en su época.

Viajó a Italia, representando al gobierno español. Allí tuvo la oportunidad y suerte de encontrar a Gracilaso de la Vega con quien entabló una gran amistad que duraría hasta la muerte.

Boscán, que había cultivado con anterioridad y gran ingenio la lírica cortesana tradicional, introdujo los metros italianos en la poesía castellana.

Su gran amigo, el embajador veneciano y humanista Andrés Navagiero, le animó a que ensayara los versos de corte italiano, en partícular el soneto. Él y su amigo Gracilaso, habiendo estado los dos en Italia, transformaron completamente la poesía castellana, dejando atrás de algún modo la poesía trovadoresca.


Poemas
A LA DUQUESA


¿A quién daré mis amorosos versos,
que pretienden amor, con virtud junto,
y desean también mostrars'hermosos?

A ti, señora en quien todo esto cabe,
a ti se den, por cuanto si carecen
destas cosas que digo que pretienden,
en ti las hallarán cumplidamente.
Recógelos con blanda mansedumbre
si vieres que son blandos, y si no,
recógelos como ellos merecieren.

Y si después t'importunaren mucho
con llorar, porque así suelen hazello,
no te parezcan mal sus tristes lloros,
que, pues que son sus lágrimas con causa,
no sólo es gran razón que se consientan,
mas an de ser dolidas y lloradas
por todos los que vieren donde caen.

Ellos se van huyendo de mis manos
pensando que podrán bivir doquiera,
pero, según an sido regalados
y poco corregidos en sus vicios,
a peligro andarán si en ti no hallan
manera de bivir en sus regalos
y amparo por valerse en sus errores.

Si pasaren con onra, dales vida,
y si no, no les quites el remedio
que'l tiempo les dará con su justicia:
que mueran y que los cubra la tierra,
y la tierra será el eterno olvido.

CANCIONES

1

Gran esfuerço da al bivir
esperar verme venido;
mas, triste'sperar perdido,
¿qué puede aver tras partir
sino sólo aver partido?

Venida que tanto alcança
no s'ha de'sperar que venga.
No hay coraçón que sostenga
tan deseada'sperança
por poco que se detenga.

En el medio'stá el morir,
entre'l venir y ser ido.
¿Qué'sperar hay tan perdido
que'spere sino partir
después de tan mal partido?


2

¿Qué haré, que por quereros
mis estremos son tan claros
que ni soy para miraros
ni puedo dexar de veros?

Yo no sé con vuestra ausencia
un punto bivir ausente,
ni puedo sufrir presente,
señora, tan gran presencia.

De suerte que, por quereros,
mis estremos son tan claros
que ni soy para miraros
ni puedo dexar de veros.

Otras desaviniéndose
¡O que no ay razón que pueda
consolar tan crudos males,
porque son, señora, tales,
que'l seso espantado queda
de ver sólo sus señales!

¡O muger desconocida!
¡O dolor! ¡O perdimiento!
Vuestro mal conocimiento
m'á traído en esta vida
que ora siento.

¡O vida llena de enojos!
¡O mundo que vas así!
¡Qué bien fuera para mí,
si yo no tuviera ojos
para veros, cuando os vi!

Mas, pues mi seso no halla
ninguna vida en seguiros,
que la gane yo en huiros
pues que no puedo ganalla
por serviros.


Los dos juntos en dañarme
emos sido, y en vencerme,
armados para perderme:
vos comigo por matarme,
yo con vos por ofenderme.

Emos sido vencedores;
contra mí fue la vitoria;
y á quedado por istoria
de mis males y dolores
la memoria.

No veo mis enemigos;
conozco bien que peleo;
las llagas yo las poseo;
padezco dos mil castigos;
la causa dellos no veo.

Si huyo, pierdo el derecho;
si espero, no sé valerme;
no sé cómo socorrerme,
ni sé, de puro despecho,
qué hazerme.

¡O, que no sé qué me daña
y sé que todo me mata!,
porque amor así me trata,
que'n una cosa m'engaña
y en dos mil me desbarata.

Estoy de mi pensamiento
ya tan poco satisfecho,
que entre mí tengo despecho,
porque bien no marrepiento
de lo hecho.

Mas hazed ya desd'agora
lo que bien os estuviere;
sea todo como fuere;
allá os avení, señora,
con lo que más os pluguiere.

Y acordand'os los presentes
dolores y los que an sido,
yo me doy por despedido,
por no andar entre las gentes
más perdido.


3

¿Qué movimiento fue'l mío?
Cuitado ¿quién me engañó?
¿Cuál coraçón me sufrió,
que tan grande desvarío
le pudiese emprender yo?

¡O ciego, sin algún tiento!
¡O locura conocida!
¡Qué pudiera ser mi vida,
de tan alto pensamiento
despedida!

Culpa de tal desventura
no tiene desculpa igual
sino ser el yerro tal,
que sólo pudo locura
ser causa de tanto mal.

A la ora que fui preso
de vos, me vi de manera
que de menos seso fuera
si por vos todo mi seso
perdïera.

Pues por vos perdí el sentido
cuando era el alma cuerda,
y ora tan desacuerda
lo que por vos é perdido,
no me haga que ora os pierda.

Yo lo hize como loco,
pero ved si m'arrepiento
que's estremo mi tormento
y é pesar porque's tan poco
lo que siento.

Lo que siento no lo entiendo,
ni es ello para entenderse;
quiso el seso así perderse,
que á de poder, no pudiendo,
agora para valerse.

Por todas partes me quemo;
querría el yerro enmendalle,
mas es tamaño, que temo
de caer, para curalle,
en otro estremo.

Pudiera ser perdonado,
según la pena que siento;
mas yo no quedo contento
con lo que paga el cuidado
de parte del sentimiento.

Ni quiero que con templança
mi yerro quede medido;
yo sólo só el ofendido,
de mí solo la vengança
yo la pido.


4

Es tal y tan verdadera
mi pena por conoceros
que, si tanto no os quisiera,
yo quisiera no quereros.

Que nuevo caso d'amor
ordenáis que'n mí comience:
combatirme el desamor,
adonde el amor me vence.

No es mucho, pues tan entera
es mi pena en conoceros,
que, si tanto no os quisiera,
yo quisiera no quereros.


5

¡Qué vida de tantos males,
qué mundo tan desigual,
do los bienes con el mal
nunca pueden ser iguales
aunque sean d'un igual!

Que, aunque'l bien en cantidad
igual del mal se presente,
mucho más el mal se siente,
porque's contra voluntad
y viene por acidente.

Así que, entre tantos males,
hallo yo por desigual
que los bienes con el mal
nunca pueden ser iguales
aunque sean d'un igual.


6

Mi mal está en crecimiento:
comiença, y es tan estremo,
que no siento lo que siento
de temor de lo que temo.

No hize lo que convino;
ya no sé lo que conviene.
Témome del mal que viene,
no pensando en el que vino.

En su primer movimiento
es mi mal, y es tran estremo,
que no siento lo que siento
de temor de lo que temo.


7

El que de vos se partiere
merece nunca bolver.
O, señora si bolviere,
que buelva para no's ver.

No meresco la venida,
pues fui para poder irme,
aunque harto va medida
con la pena del partirme
la culpa de la partida.

Mas si yo jamás me fuere,
bien sé que no abrá de ser,
pero quiero, si ello fuere,
pagallo con nunca os ver.
Antología en La Revista

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