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EL DISCO DE LA ABUELA de Juan Carlos Villalba

1)  ¿Qué dice la canción Abu..? - preguntaba yo  No se…mi amor…no se - contestaba emocionada.  ¿Y entonces porque lloras?  Tampoco lo se – decía – y se quedaba mirando a lo lejos, mientras me acariciaba entre melancólica y feliz.  Esta escena se repetía casi todos los domingos en casa de la abuela cada vez que ponía a sonar su disco preferido. Aquella música y esa voz maravillosa que cantaba en un idioma por entonces extraño para mí, me sugería  imágenes surrealistas, una especie de   pájaro inexplicable que cambiaba de formas y colores, según el momento y el tono de la melodía. Pero…              Porque lloraba la abuela..? Porque muchas veces terminamos abrazados y lagrimeando..? Que poder tenia aquella música para conmovernos de esa manera..? Durante muchos años me lo pregunte. 3)   Con el tiempo, convertido en adulto y amante de la música clásica, supe que aquel idioma era el francés, que aquella mujer de voz insuperable era María Callas, que el aria que

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Silvia Beatriz Giordano: Poemas

Nací un 8 de enero de 1952 en la ciudad de Tigre, en la provincia de Buenos Aires. Hermana menor de dos, mi primera infancia (hasta los 9 años de edad) la viví en un pequeño pueblo, a orillas del Río Lujan - Dique Luján - Partido de Tigre. Mis padres: Elías Pascual Giordano (1917 - 2006) y María Luisa Gambetta (1922 - 2002). // Por *Silvia Beatriz




Érase una vez

- ¡Feliz Cumpleaños! 
Para María Luisa 
(21/10/1922 - 26/10/2002) -

Érase una vez, que era
Un glorioso día de la Primavera.

Érase una vez, que había
Un jardín abierto con las flores nuevas.

Érase una vez, nacida
Una beba rubia, con la piel de crema.
Rizados cabellos, orejas pequeñas,
Piernas regordetas, piecitos rosados,
Manitas inquietas.

Érase una vez, que era…

Los años pasaron y se desgranaron
Muchas Primaveras,
Y la niña rubia, con la piel de crema,
Anduvo caminos, descansó en glorietas,
Produjo semillas, disfrutó los frutos
Y amó sin reservas.
Érase una vez, que es
Querida por muchos
Que sienten el alma tibia y protegida
Por el sol perenne de esa Primavera.

Érase que hoy, un día de Octubre,
Esa niña rubia, con la piel de crema,
Cumple los ochenta.



Entre el milagro y la espera

Entre el milagro y la espera,
quiero el milagro.
la espera hace amarga el agua fresca
y burbujeante del arroyo,
Tiñe de zozobra la esperanza
Y sumerge al alma en la penumbra.

La espera achica el corazón,
Retumba en los oídos,
Eterniza los días y las noches,
Poblando de angustia los sentidos.

El milagro hace fácil lo difícil,
Posible lo imposible,
Sorprende y aparece de repente,
Y trae de su mano, al alivio.

Mas es la espera lo que queda,
Por ser humano,
Terrenal, avaricioso.

El milagro no es posible.



Otro lugar

- Hazte la imagen –, me dijiste.
y con palabras de texturas increíbles
(terciopelo, seda, piel cálida de verano)
me llevaste hacia tus fantasías.
Una playa rumorosa,
el olor al mar amanecido,
la brisa bailando entre las hojas...
Y los dos allí, tendidos en la arena
tomados de la mano,
contemplando un cielo azul,
profundo, de nubes ausente.

- Hazte la imagen -, y desaparecieron
las grises casas que surgen a mi vista,
el tráfico pesado de las cinco
y el olor de la ciudad activa.
Las carreras cotidianas,
la angustia propia y de los otros...
el existir como se pueda, día a día,
en el tórrido verano de la vida.


Irremediablemente

Irremediablemente
desollaré mis pies en la piedra.

Irremediablemente
mis manos sangrarán la roca.

Irremediablemente
se desgarrará mi piel
y mis miembros,
dispersos,
rodarán sin rumbo.

Irremediablemente
mis víceras mancharán la arena
y el sol secará los jugos de mi cuerpo.

Irremediablemente desapareceré.

Irremediablemente...


Casi Silencio

Mullido y suave terciopelo azul profundo
Diamantado de rielantes estrellas
En noche de luna ausente.
Mis pasos sin destino
Siguen la senda a campo traviesa
En un horizonte sin límites
De llana pradera cubierta de espesa hierba.
Aromas a albahaca y a canela
Se mezclan al mango y los jazmines,
Y el canto lujurioso de los grillos
Se atona con las ranas,
y el lejano murmullo de los búhos
Da la nota grave a bella melodía.
Paraíso terreno.
Edén nocturno.
Follaje rumoroso
Acunado por la suave brisa
Que agudiza los sentidos.
Y tímidas gotas de rocío se posan,
Leves,
En mis manos desnudas.
Desprendida del cielo,
Una fugaz estrella,
Rauda,
Marca mi camino.


Nacimiento

Rodará la piedra
Limando sus aristas
Y profundos tajos
Infundirá a la tierra.
Y otras cientos y miles caerán
Horadando sin piedad
La dermis yerma.

Y serán ríos dolorosos
De sangre polvorienta
Que arrancarán del fondo infinito
Gemidos lastimeros.

Despierto el monstruo
Que duerme en las entrañas
En espasmo rugiente
Taladrará la roca.
Expelerá sulfuros
Y la lava ardiente
Surgirá burbujeante
De abismal hendidura.

En lento orgasmo
Restañará sus heridas
Y trémulo, vacilante
Expandirá su pecho.

Y un aliento de espanto recorrerá su espina.

Y la mole de hielo, indiferente,
Inundará la llagas con líquido elemento
Hasta formar un nuevo paisaje
De perfiles enhiestos.



31 de diciembre

El último hombre
que more en la tierra
verá con asombro la muerte de todos.

Sentirá en su carne el odio y la envidia
y no creerá...

Verá derrumbarse muros y montañas
abrirse los mares, hundirse la aguas
y no creerá...

Los hongos de fuego cubrirán los cielos
y los huracanes llevarán veneno.
No habrá nacimientos, partos ni consejos,
y no creerá...

Selección de poemas de Silvia Beatriz Giordano protegidos por Safe Creative Registro de Propiedad Intelectual

Para contactarnosescobarlarevistadigital@gmail.com
Antología en La Revista

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