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EL DISCO DE LA ABUELA de Juan Carlos Villalba

1)  ¿Qué dice la canción Abu..? - preguntaba yo  No se…mi amor…no se - contestaba emocionada.  ¿Y entonces porque lloras?  Tampoco lo se – decía – y se quedaba mirando a lo lejos, mientras me acariciaba entre melancólica y feliz.  Esta escena se repetía casi todos los domingos en casa de la abuela cada vez que ponía a sonar su disco preferido. Aquella música y esa voz maravillosa que cantaba en un idioma por entonces extraño para mí, me sugería  imágenes surrealistas, una especie de   pájaro inexplicable que cambiaba de formas y colores, según el momento y el tono de la melodía. Pero…              Porque lloraba la abuela..? Porque muchas veces terminamos abrazados y lagrimeando..? Que poder tenia aquella música para conmovernos de esa manera..? Durante muchos años me lo pregunte. 3)   Con el tiempo, convertido en adulto y amante de la música clásica, supe que aquel idioma era el francés, que aquella mujer de voz insuperable era María Callas, que el aria que

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Lilia Lardone: Poemas

Lilia Lardone nació el 24 de octubre de 1941 en Córdoba, capital de la provincia homónima, en la República Argentina. Es Licenciada en Literaturas Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba (1961). // Por Rolando Revagliatti




De “Pequeña Ofelia”


I

te veo
madre
a pesar de la bruma
de este día gris

no soy yo
no estás

son otros los encajes


II

te veo
flotar apenas pequeña Ofelia
tu corona de nardos va marchita

flota
y refulge
entre blancos encajes

un leve rosado perturba aún tus labios
y vas a la deriva
hacia un mundo
irrenunciable


III

el neón
a dentelladas
borra
ahora
el color
y el dibujo de tus venas

desprende sueños
cositas casi vivas
esperanzas

esa mueca
agujero que habita tus entrañas
deja oír un rugido de pantera
que azuza mi garganta


IV

y la respiración
se hace crujido
de aplastados caracoles
sudores de otra edad
mojan tu frente
el pelo gris los párpados te mojan

llega Israfil
el ángel de la muerte
a sostener con suavidad tu mano

estás sola y uno es el reproche

al fin cuánto has tardado


V

guardaste
un anillo
monedas de otro tiempo
la imagen de una virgen
viejos odios en fotos recortadas

fragmentos de unos diarios

(¿entonces me seguías, madre, me seguías?)


VI

qué es la muerte madre
en qué círculos vas
alejándote

por mi aliento trepan las serpientes
los demonios anidan en mi sangre

madre qué es la muerte

yo no quiero
esta vez
acompañarte


VII

mi historia es tuya
madre
nunca más espejo de borrascas

sí el misterio mayor:

por qué
no
me soñabas




De “diario del río”


un gran pájaro negro
inmóvil
bajo el sol de la mañana

abre sus alas
las despliega
estira cada pluma hacia la luz

ignora mis pasos
mientras lo miro

-


los pensamientos van
atrás
el biguá
rompe el reflejo del sol sobre el río
se hunde en las aguas turbias
aparece con su presa

él sabe conseguir
lo que desea

-


ha atrapado un pez
plateado

a la distancia veo la lucha

el pez se mueve
el pico del gran pájaro negro lo aprisiona
también se mueve el pico
en otro vaivén

entre el desamparo del pez
y la certeza del ave

el latido de mi corazón

-


la creciente ha invadido los bordes
marrón
el agua cubre las piedras
menos a una
en el medio del río

el pájaro negro la elige

conoce
de tormentas

-


después de las heladas
las cañas
parecen lanzas de La Rendición de Breda

crecerán en setiembre
nuevos brotes

volverán los biguás los mirlos las calandrias
el agua subirá
y bajará
y otra vez será invierno
en este río
que no deja de correr



***_***_***



Del libro inédito “En tránsito”

El Capital


A N. in memoriam



En el Citroën rojo
la plusvalía saltaba
cuando las desnudas piedras del camino serrano
detenían tu voz.
Hablabas de Marx
de Rusia
de un largo viaje en tren
en medio de la nieve
de un samovar
que brindaba el té a los viajeros.
Los vaivenes del relato
acompañaban las curvas
mientras contabas lo que la sociedad
capitalista
podía hacer
con los hombres.
El polvo del camino a veces
enturbiaba
tus palabras.
También el humo de los Particulares 70.
Y entonces tosías
como para demostrar
que el paraíso
no existe.


Ruidos


El aceite chisporroteante/ un móvil de madreperlas en la brisa/
la zambullida/ el falso café al estallar/ la llave en la cerradura (cuando espero)/
un moscardón en la siesta de verano/
el primer soplo antes de la tormenta/ el crujido del quebracho quemándose/
una moneda rueda/ hojas secas bajo mis pies/ la bolita cae
sobre las baldosas rojas/
un taconeo en la noche/ los molinos de viento (cuando hay viento)/
el teclear de la máquina de escribir/ susurros en la cama/
sirenas/ el teléfono en la noche/
la respiración jadeante de mamá/ ladridos/ una canilla gotea/ el globo se desinfla/
la pedrea sobre el zinc/ las langostas comiéndolo todo/
un perro rascándose/ una voz canta (en esa iglesia de Quito)/
la escoba barre el patio de tierra/ se quiebra el vidrio/ las campanas/
pasan silenciosas las hojas del libro en el silencio de la siesta/
un portazo/
golpes en el techo/
ahí vienen/ insaciables/
los recuerdos.



***_***_***


Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las ciudades de Córdoba y Buenos Aires, distantes entre sí unos 700 kilómetros, Lilia Lardone y Rolando Revagliatti, 2015.

www.about.me/rrevagliatti


Para contactarnosescobarlarevistadigital@gmail.com

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