Jorge Brega nació el 16 de agosto de 1949 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, la Argentina. Es Psicólogo Social, con posgrado en Psicología de las Organizaciones, egresado de la Primera Escuela Privada de Psicología Social “Enrique Pichon-Rivière”. // Por
Rolando Revagliatti
De
“Poemas de ausencia”:
Visita
(O: Un ausente en busca de otros ausentes)
08:55
Sólo el moscardón cruzando la sala interrumpe el silencio.
El hombre en el centro del cuarto observa sus
propias huellas el polvo flotando en rededor.
Salvo lo que el atropello quebró nada han dejado.
El hombre gira, el polvo incendiado con él, el moscardón
vuelve y sale por el extremo derecho del cuadro.
Las cachiporras las groserías las bestias
bípedas no tienen tarea pendiente aquí,
concluyeron.
El sol intercepta en el pecho
al hombre que conserva un brazo en la sombra.
Las ventanas faltan la puerta quebrada yace.
El hombre mira al aire azul lejos.
09:10
Las voces regresan los niños saltan uno sobre otro.
Ignora dónde los guardan con su madre viva o muerta
el hombre que se lleva una mano a la frente
ora sonriendo ora sollozando según
sople el recuerdo los sonidos crezcan disminuyan
los pasos se acerquen se alejen etcétera.
La luz ingresa a pleno y en ella arde ahora el aleteo loco
del pájaro que aterrado retrocede.
Ante el portarretrato vacío el hombre gesticula, el cuerpo
no le basta, el corazón
finalmente estalla, el dolor
se queda para siempre.
09:30
El hombre o el fantasma del hombre
hace abandono del predio.
*
Regreso
Al fin del alba la casa resplandece.
Vista desde las tunas parece que vibrara
estremecida por la luz.
Antaño entornábamos los párpados
y los contornos se volvían precisos
(era una ilusión).
Pero ya no jugamos
e ignoramos dónde moran nuestros camaradas de entonces.
Los más pesimistas nombran el fondo del lago
en cuyas aguas corríamos regatas
(hop, hop, guiaba
a los remeros el timonel con su megáfono).
Hoy los postigos golpean en la casa vacía
como un mal remedo de la Minerva imprimiendo
participaciones de enlace y proclamas de huelga.
Aunque esto fue más tarde,
cuando alzamos la vista más allá de los cerros
donde habíamos enterrado nuestros tesoros de infancia.
Techos de tejas y muros encalados,
el pueblo permanece siempre bello,
mas en la casa nadie aguarda
para llamarnos descariñados por no haber escrito nunca.
Ahora, desde el sendero vemos el lago,
las tunas,
la casa por última vez.
*
De “Luz mala”:
Estiba
En el vagón
unos hombres se afanan desdibujándose en el polvo.
Un rebozo de arpillera los cubre hasta los hombros.
Apenas si sus ojos logran entreverse.
Sólo las palas con que expulsan la carga
alcanzan nitidez al emerger fugaces a la luz.
Los granos describen una parábola radiante
al caer en la cinta sinfín que los conduce al buque.
Las rápidas figuras palean en la sombra:
la compuerta corrediza ha dejado
una abertura oscura
por la que el trigo abandona el país.
*
Figuras en un paisaje
Una mujer en un bote.
Se aparta del tejado con un toque de remo
contra la franja visible del muro.
No más que esto se distingue.
Salvo la copa del eucalipto
que emerge hacia el oeste de la casa.
El primer mandatario navega en aeroplano.
Pasa por allí en el instante
en que la mujer mueve los labios.
Desde el cielo de Argentina
su figura es despreciable.
Una mínima masa muscular
agitándose en un páramo de agua.
Binoculares mediante
el presidente divisa el movimiento
de otras figuras menores
bajo unas mantas
en el fondo de la embarcación.
Es entonces que dispone
atusarse pensativo el bigote.
Y algo abajo sucede al unísono:
La figura que rema ve flotar
en el cielo
a la máquina resplandeciente.
*
Poética
Como Hopper
escrutar desde la noche un cafetín iluminado.
Un claro lunar desde el monte tupido.
No un destino ajeno
de parroquiano acodado al estaño.
Sino una hondura propia.
Un misterio íntimo que la conciencia ronda.
*
Inédito:
El cañazo de Don Gómez
El sereno convida aguardiente
y no se le puede despreciar.
Hace décadas que es baqueano
de los arqueólogos aquí
en Pachacamac, morada de sus ancestros.
Hemos encendido un fueguito entre los pinos
para que el anciano se tiente a contar.
Donde él indicó —recuerda—
hallaron el sepulcro de una princesa
con su ajuar funerario intacto.
El cañazo pega como patada de mula
y todo gira en torno al fogón: los rostros,
el bosque, las estrellas de la límpida noche.
Al regreso de aquel día soleado
ella lo aguardaba en su mínimo cuarto
con una doliente mirada de reproche.
*
Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Jorge Brega y Rolando Revagliatti, 2015.
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http://revagliatti.com.ar/041206.html
http://www.revagliatti.com.ar/030915_super.html
http://www.revagliatti.com.ar/040308p.html
http://www.revagliatti.com.ar/051200_picnic.html
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Para contactarnos:
escobarlarevistadigital@gmail.com
Antología en La Revista
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