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EL DISCO DE LA ABUELA de Juan Carlos Villalba

1)  ¿Qué dice la canción Abu..? - preguntaba yo  No se…mi amor…no se - contestaba emocionada.  ¿Y entonces porque lloras?  Tampoco lo se – decía – y se quedaba mirando a lo lejos, mientras me acariciaba entre melancólica y feliz.  Esta escena se repetía casi todos los domingos en casa de la abuela cada vez que ponía a sonar su disco preferido. Aquella música y esa voz maravillosa que cantaba en un idioma por entonces extraño para mí, me sugería  imágenes surrealistas, una especie de   pájaro inexplicable que cambiaba de formas y colores, según el momento y el tono de la melodía. Pero…              Porque lloraba la abuela..? Porque muchas veces terminamos abrazados y lagrimeando..? Que poder tenia aquella música para conmovernos de esa manera..? Durante muchos años me lo pregunte. 3)   Con el tiempo, convertido en adulto y amante de la música clásica, supe que aquel idioma era el francés, que aquella mujer de voz insuperable era María Callas, que el aria que

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Marta Ortiz: Poemas


Marta Ortiz nació el 30 de marzo de 1948 en Rosario, ciudad en la que reside, provincia de Santa Fe, la Argentina. // por Rolando Revagliatti

Cuento de invierno I


a las Madres de los Jueves (Plaza 25 de Mayo)


El hombre de overol azul
rastrilla hojas caídas,
picotearon de ocres
veredas y macizos. Algunas
resisten el viento
solapadas en los plátanos.



El grupo de madres
aísla su dolor en los pañales
que cubren sus cabezas
resisten
la ronda recortada en el papel de la tarde;
descose palomas,
su flaco envoltorio de cenizas.

El hombre de overol azul
recoge la última hojarasca.
Estancada, la fuente gotea pátinas
y yo leo esmeraldas
al pie de la ninfa.

Los focos de alumbrado bajan estrellas,
entibian.


(de “Diario de la plaza y otros desvíos”)


*

No porque no pueda salir de mi casa

hundirme dócil en la vida diaria
al fin y al cabo es vida conocida.
No porque más allá del umbral
no encuentre el mar azul
sino mareas de herrumbre
o porque no quiera abandonar mi depósito de libros
este mundo de objetos entrañables
crecidos entre mis papeles y yo:
fotografías, cajitas de hojalata:
esa de pastillas
Violet de Flavigny
o la de té:
Alice’s adventures in wonderland, según Tenniel
en las caras laterales;
o la caja de cartón acanalado donde guardo pétalos
y hojas de roble y otros árboles
que enrojecen los otoños.
Por ninguno de esos motivos
es que no me ausento de mi casa
ni siquiera
por las páginas que leo:
Celan y Chéjov
poemas y cuentos:
“Vania”, por ejemplo.
No por tan antiguo vasallaje
sostengo mi domesticidad,

no salgo por otra razón:
afuera está oscuro
garúa, hace frío.


(de “Diario de la plaza y otros desvíos”)


*


No se vuelve


“nunca nos recobramos de nuestro lugar de origen”
William Goyen



No se vuelve
—delta azul que resguardó la infancia—
de un antiguo patio en sombras

de la dama de noche y su corola china
—ruta de la seda en ese mismo patio rojo—
del lila fragante en el aura del paraíso.

No regresa
la que contaba lunas en noches de ronda
y relatos a la luna biselada:
vertiginosa telaraña
increpaba al espejo un gran poeta nacional.

No se vuelve
de la lámpara quemada colgando del techo
que nadie cambiará
de la bisagra desaceitada y la respiración arrítmica

no del tejido esponjoso de aquella mujer
sus puntos de misterio
escritura de lana
diario de decepciones.


(de “Casa de viento”)


*


Dimensiones


Incluso comenté un tópico que afinaba la Física:
las dimensiones
no las cuatro conocidas
otras, por lo menos hay diez,
lo dijo un físico en televisión
invocaba la no menos lúcida teoría de las cuerdas
aunque quizá fueran once dimensiones
no retuve el dato preciso.

Quién sabe
—arriesgué—
ahora mismo una mujer agoniza
en un cuarto idéntico a éste
a escasos centímetros de tu cama
tu misma cama pero otra,
—aventuremos—
otra dimensión podría caber en el espesor de un papel
de gramaje suficiente, quizá granulado
o en el espacio que ocupa el volumen de un corcho
y cabría allí, comprimido
—tal vez—
el prodigio del universo paralelo
donde una mujer agoniza
y otra a su lado le habla incansable de la física:
existen diez dimensiones,
quién sabe si no once…


(de “Casa de viento”)

*


Frases desiertas


Dije,
entre otras frases desiertas:
no permitas que tu jardín se seque.

(Recuperar las rositas rococó
la mata de lavandas
los agapantos
el malvón)

Una picardía el abandono:
pasto crecido
hormigas al rayo de sol.

Abrí la canilla
conectada a la manguera

en realidad
yo quería reverdecer tu historia
regar tus manías
tu inapetencia
tu desgano.

Que se escurrieran con el agua.


(de “Casa de viento”)


*

Río era mi padre y la pala en el puño

:cavar la tierra,
atrapar el revoltijo y lombrices al frasco

:ensartar la carnada
medir la distancia / el punto exacto
tendida la línea al brinco
incauto coleteo acróbata
:nácar / escama / reverbero

—tramposa la muerte entraba por la boca—.

Río
:dilatar el pique
el ojo urbano al paisaje agreste
la arruga del viento erizando el agua
barro en la orilla descalza.

Río
:aprender que el tiempo es agua
soñar la boga y aceptar la mojarra
su magra resistencia.

Río
:la fuente de pescaditos marinados
crocante arte materno sobre mantel a cuadros

:la cena familiar
fiesta suburbana.


(de “Casa de viento”)



*
Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las ciudades de Rosario y Buenos Aires, distantes entre sí unos 300 kilómetros, Marta Ortiz y Rolando Revagliatti, 2016.

Para contactarnosescobarlarevistadigital@gmail.com

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