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EL DISCO DE LA ABUELA de Juan Carlos Villalba

1)  ¿Qué dice la canción Abu..? - preguntaba yo  No se…mi amor…no se - contestaba emocionada.  ¿Y entonces porque lloras?  Tampoco lo se – decía – y se quedaba mirando a lo lejos, mientras me acariciaba entre melancólica y feliz.  Esta escena se repetía casi todos los domingos en casa de la abuela cada vez que ponía a sonar su disco preferido. Aquella música y esa voz maravillosa que cantaba en un idioma por entonces extraño para mí, me sugería  imágenes surrealistas, una especie de   pájaro inexplicable que cambiaba de formas y colores, según el momento y el tono de la melodía. Pero…              Porque lloraba la abuela..? Porque muchas veces terminamos abrazados y lagrimeando..? Que poder tenia aquella música para conmovernos de esa manera..? Durante muchos años me lo pregunte. 3)   Con el tiempo, convertido en adulto y amante de la música clásica, supe que aquel idioma era el francés, que aquella mujer de voz insuperable era María Callas, que el aria que

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Claudio Félix Portiglia: Poemas

La muerte del corazón de Efrén Alonso Ozomatzin

Claudio Félix Portiglia nació el 13 de enero de 1957 en Junín, ciudad en la que reside, provincia de Buenos Aires, la Argentina. Es Profesor en Castellano y Literatura, egresado en 1980 del Instituto Superior del Profesorado Junín. / Por Rolando Revagliatti´

1

La uña grababa en la pared las iniciales de aquellos arrebatos
el amor todavía era una idea
y llegaste a creer con fundamento que futuros corsarios orbitales
un día encontrarían esos signos
los llevarían hasta sus planetas
un consejo de sabios al efecto descifraría el código escondido
sentaría las bases necesarias de la nueva conquista
dispondría recursos y estrategias
para que una civilización ya devorada por el azar del tiempo
recupere su voz se haga visible
en dos o tres grafías cuneiformes



2

No soltaste una estrella
soltaste un quejido doloroso que acompañó el zumbido
justo a vos te pasaba
tanto tiempo llevabas arrastrando tacuaras desde el vado
cortándolas finito
midiéndole los tiros con destrezas que enseñan las derrotas
peleándole al empacho del engrudo
justo ahora carajo que le habías robado a las meriendas
las diez monedas para el papel liviano
y el hilo choricero que decían que nunca se cortaba
y mirá el pelotudo cómo cuelga tan flojo del palito
dejando que el cielo se la trague
tan azul y amarilla tan hermosa



3

Hay días que son duros y el esqueleto cruje y también cruje el alma si es que acaso estuviera
trepada en algún sitio filtrada en la corriente que elabora el cerebro y que todo lo cuestiona
si es que acaso estuviera
tendida sobre el pasto donde juegan los niños o en las camas amantes de amores a destajo
yo no sé si hay un alma si no es todo materia si no somos finitos si el destino es el tránsito si no somos de polvo si vivimos de prepo si un volcán nos contiene y un agua nos redime si un viento nos devuelve si no es todo energía si son ondas o planos o meras percepciones si valemos por algo si por alguien latimos
yo que todo lo pienso sé que hay algo que pienso de modo diferente
yo que no creo en nada sé que creo que hay algo que me habita a escondidas
y en días como éstos cuando todo nos cruje
uno le mete manos a cosas que no entiende y a rezos que no sabe y atolondrado y todo
sabe que al menos sabe que cree que está vivo que crujir lo demuestra



4

Para el día crucial tengo otros planes
ni me iré de viaje ni saldré de gira
ni habré de encontrarme con alguien que me espere en ningún lado
aunque nunca muy lejos he viajado bastante y no tengo reclamos por hacer
demasiado con la carga que les deje a quienes algo pude haberles dado vivo
lo que quede se irá consustanciando con lo que quede de otros
con lo que otros dejaron para que yo disfrute
con la tierra y el agua y el aliento y el fuego
y ese gen que circula para todos llamado humanidad
más o menos rayamos a la misma altura
el único poder que he respetado será el mismo que me aseste el golpe
y sería incoherente de mi parte torcer esa opinión
bien muertos estamos los mortales el día que morimos
esperar otras cosas no permite que vivamos siquiera
y en lo que a mí compete
si supe del amor me doy por pago
y mis deudas en fin que la poesía se encargue de saldar



5

Escribo
a mi derecha las cosas que se amontonan se ordenan o se desordenan
los espacios que se disputan las ideas que se disputan las carpetas los amores las lealtades las pertenencias los diccionarios las precisiones que se disputan
las formas los niveles los resquicios las fracturas los pedazos los libros los paquetes las sombras
las huellas clandestinas de las visitas clandestinas las migas los vasos los restos la vajilla el cubo de la basura los cuadros los retratos la puerta y el espejo
a mi izquierda la pared



6

Altas o bajas
las balaustradas de los bares las escaleras de los subterráneos las marquesinas de las tiendas
negras o blancas
las entresombras del atardecer las entrevistas a los postulantes las entelequias de los parroquianos
la avenida discurre como un río transportando jangadas bien vestidas
todas en dirección a un mismo puerto
menos esta varilla de algarrobo que abandonó el atado
y boya a la deriva de cara a la corriente
con la linde en el vidrio y con preguntas aún sin responder
¿altas o bajas? ¿blancas o negras?



7

Lo recordaba apenas
me llegó perfumado con ese perfume que lleva únicamente
la mujer que se ama
después de olerlo me detuve en la inscripción
es curioso que un error de ortografía o quizá de fonética
pueda revelar un amor tanto tiempo esperado
escondido por salvar las apariencias
mentido por pura cobardía callado por mandato
reprimido en fin por poca cosa
¿qué hacer para conservar ese perfume que el tiempo borraría
en un cajón donde reina el desorden de ropa sin doblar?
compré una cajita de jabón
delicadeza que nunca he tenido para con mis propias prendas
lo doblé con cuidado
coloqué la cajita entre los pliegues
y lo guardé donde pudiera tenerlo a tiro
a golpe de intención
para visitarlo de noche en noche
de amanecer a mediodía
con el corazón acelerado
y con el asombro que tiene cualquier chico cuando aprende a besar



(“Yo recuerdo una línea memorable que está casi al principio: ‘Una tarde, tarde como las de mi país, bella como María, bella y transitoria como fue ésta para mí…’” (J. L. Borges en prólogo a “María”, de Jorge Isaac))



8
LA BIELA


Superadas las once
las úes de una parejita norteamericana se confunden con las efes de una familia de alemanes
y con la sonora y sonriente fricación de la abundancia brasilera
el vocerío amaina al mediodía a medida que se llena el salón
la superposición es curioso lo resuelve en murmullo
al rato también amaina la concurrencia
un cielo diáfano que señala el norte pone los aviones que llegan a la altura de los ojos
y bustos y cabezas emergen desde atrás de los ligustros provenientes del paseo de compras
algunos acaso del Pilar
Suar seduce verborrágico a la sombra gigante del gomero
y Julio Bárbaro adoctrina en una de las mesas del fondo lindera con los baños
los turistas se entretienen con el Aguilucho que los recibe a la puerta
o piden sacarse fotos entre un hierático Bioy Casares y un Borges que de frente se parece a Balbín
llega el plato del día acompañado por una copa de malbec en el momento preciso en que acababa los primeros apuntes
a mi lado una bolsita de red contiene la piedra de citrino que pendula sobre su eje
y que predice para aquélla que la porte equilibrio y prosperidad
distancia y presencia se arraciman cuando se anuncia el postre
doy un último toque a lo que escribo
después del café se irá la tarde redondeando de a poco



a Francina, mi linda indefendible
a Virginia Zusbiela, mi Virshi necesaria de todos los momentos



*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las ciudades de Junín y Buenos Aires, distantes entre sí unos 260 kilómetros, Claudio Félix Portiglia y Rolando Revagliatti.

http://www.revagliatti.com/070912.html
http://www.revagliatti.com/cuatro_ciclos.html

Para contactarnosescobarlarevistadigital@gmail.com

Antología en La Revista

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