A los nueve años
Nicolás Avellaneda intentó escribir su primera novela, con la cual no pasó del tercer capítulo y que años después, una tarde de limpieza general, terminaría en la basura
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INTRODUCCIÓN A "EL SUICIDA COTIDIANO"
En este libro en el que se juntan el humor, el amor, la añoranza de tiempos pasados y varios recuerdos de mi historia personal, predomina la libertad. Y es en virtud de la libertad que me permito citar con sus nombres y apellidos a determinados personajes del pasado político reciente; aludir a otros sin nombrarlos; inventar países, guerras, situaciones y monedas; creer en la existencia del País de las Hadas y los Duendes; reírme de la psicología; aceptar que, a veces, la muerte llega y se va para volver un rato más tarde; recordar con emoción a mis amigos de la infancia; hacer público mi pensamiento político y dedicarles algunos de los cuentos a personas a las que quiero entrañablemente.
Precisamente por eso, por la libertad con la que siempre he tratado de vivir y expreso en estas páginas, es que decidí comenzar el libro con un poema que escribimos con
Federico Avellaneda, mi hijo, como homenaje al Día del Periodista, en junio de 2008. Y espero que sea del agrado del lector porque, al fin y al cabo, de lo que dice el título del poema trata este libro:
Libertad y Palabras
Nos costó demasiado esta libertad nuestra.
Demasiados esfuerzos, demasiada cárcel;
demasiados muertos. Demasiadas palabras.
Las palabras de aquellos que escribían poemas,
canciones y novelas para alegrar
las caras de ciertos comandantes. Y las palabras de otros,
que insistían en ver la realidad como era.
A pesar del terror que se movía
en los Falcon oscuros del secuestro;
aún con la tortura y el exilio
asomando por puertas y ventanas.
Nos costó demasiado
esta libertad nuestra.
Por eso hay que cuidarla,
y rendirle homenaje cada día.
Por Haroldo; por Tilo Arenst Wenner;
por Walsh y por Santoro.
Y por todos los otros que también se llevaron.
No importa tanto si hoy, aún equivocados,
hay quienes reivindican, sin pudor, la censura.
Bendita seas, libertad.
Nosotros, que estamos de tu lado,
te expresamos a diario.
En lo personal Nicolás está casado, tiene un hijo (el coautor del poema, claro) y reside en San Fernando. Mientras tiene bastante avanzado un segundo libro de cuentos y relatos (en el cual también estará presente Escobar) y trata denodadamente de seguir adelante con su primera novela, a la cual define pomposamente como “de ficción política del futuro”, tras un impasse auto impuesto decidió volver a recorrer el camino de la música.
Hace tiempo,
en una charla para alumnos de Periodismo de una universidad privada,
alguien le preguntó por qué decía que era de Escobar si al mismo tiempo
reconocía haber nacido en la ciudad de Buenos Aires. Nicolás entonces afirmó que, ante todo, uno no era necesariamente de donde había nacido, sino de donde elegía ser.
“Pero en mi caso particular –agregó- Escobar es el lugar donde comencé y terminé la primaria y la secundaria; donde escuché la primera canción que me gustó; donde empecé a interesarme por la política y por la literatura; donde conocí a mis primeros amigos, a los que aún conservo y el único lugar del mundo del cual no podría alejarme para siempre. Por eso digo que soy de Escobar”.
Para contactarnos:
escobarlarevistadigital@gmail.com
Antología en La Revista
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